Tuesday, March 20, 2018

El Faro


Recuerdo en la punta del cerro, meses atrás en una noche sin otras luces mas que las del cielo y las nubes a nuestros pies extendidas alrededor de las montañas. Visualicé un faro en la luz de un auto que se escondía en esa montaña tenue, apenas perceptible a la vista.

Fue ahí cuando mi imaginación tomó las nubes como agua extendida en un golfo. Y esa vista se transformó ante mis ojos. Compartí mi visión y fue comprendida, en esos momentos donde mi locura visual es entendida y se siente bien, se siente tan bien que comprendan la locura única de cada uno. Quien entiende mis locuras me comprende en temas más relevantes y mundanos.

Señalé varias veces ese faro que iluminaba el mar de nubes que se extendía bajo nuestros hombros. Y en esa punta de la montaña me sentí como en el pico del mundo, que se jactaba de belleza ante mis ojos. El cielo era nuestro televisor, nuestro cine, nuestro espectáculo propio, y bailaban las estrellas en un anillo dibujado perfecto. La música, los amigos, los excesos...

...fue la misma formula para ver ese faro en la sala de mi casa.  Con la única diferencia que esa noche en San Pablo, me arrecostaba solo sobre mis manos desnudas y frías a disfrutar de la vida en soledad. Fue una noche casi perfecta, como casi perfecto fue esta noche. Donde no pude ver las estrellas pero volé varias veces alcanzando su mismo nivel.

Tan simple como un reflejo de la luz en una botella, los humos esparcidos sobre la alfombra y las luces chinas sobre el techo que bailan imitando el verdadero espectáculo del firmamento.

Muchas veces sobre esa sala jaleosa, acostado entre risas, música y compañía. He querido arrancar esa madera del techo, las laminas y apagar cualquier luz visible alrededor. Para que las luces del cielo pierdan su timidez y nos acompañen.

El Faro de mi sala, como el faro en ese cerro. Hizo que mi mente volara por un momento, en una escena pirata. Cualquier objeto sobre la alfombra era un personaje, un barco, una isla con tesoros, un monstruo marino que se acerca, que asecha. Las luces a veces balas, ráfagas de dinamita volando frente a mí. Y yo anonadado de que nadie se enterara de esta lucha campal frente a sus narices.

Siempre tengo historias ante mis ojos, siempre tengo asociaciones que no menciono porque me avergüenzo. Si tengo algún don natural es el de crear, si tengo algo que disfruto es dar vida sin engendrar. Pero a veces solo ocupo un empuje, un impulso, una inspiración, una musa. Esa voz con quien puedo compartir mis delirios de grandeza y mis disparates para aterrizarlos a la realidad.

Hay que plasmar nuestras locuras, hay que dejar de ser un Piscis soñador y tomarla de la mano. Y no soltarla.

 Dejar de imaginar lo lindo que sería y desbocarse a la locura sin supuestos. La vida es un soplo de aire que disipa las nubes de este golfo, que apaga las luces del cielo como candelas de un pastel de cumpleaños. La vida es un soplo que nos devuelve varias veces a la cordura y la razón, donde sigues siendo un perdedor que sueña en grande y realiza en pequeño.

Tengo mil luchas internas como todos las tenemos, tengo mil historias de mi vida que nadie comprenderá y nadie creerá. He visto tantas cosas, he vivido tantas vidas, he aprendido tanto y he amado tanto.  Que a veces los recuerdos no tienen la misma validez cuando son propios. Nada mejor que contar una anécdota entre amigos donde varios les mezan la memoria y juntos en una risa homogénea contagien a los demás que no la vivieron.

Ese es el punto, donde la soledad ha sido mi amiga y no le tengo ningún resentimiento. Pero para seguir el camino a la grandeza y la realización, naturalmente quiero dejar de depender tanto de mí y compartir mas risas, compartir mas historias, preocuparme más por el pesar de otros que por el mío.

El tiempo apremia y el tiempo premia. Porque las agujas en algún momento dejan de caminar pero en cada movimiento hay mil oportunidades de olvidar arrepentimientos y en el ahora vivir ese movimiento.

El Faro señala el camino a los barcos, para que encuentren su destino. Y mi barco encaminado en altamar, ha visto el faro iluminado y ya sabe bien donde le espera ese botín. Sin parches en el ojo, sin pericos, patas de palo ni sombreros. Voy timón en mano hacia sus aguas claras, hacia sus arenas blancas, a encender el rojo que me atrapa, como la sangre roja hervida que me incita descubrir, saborear y sustentar ese sueño que sueño despierto.




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